viernes, mayo 27

30 Ingenieros

FECHA GALÁCTICA: 27 de mayo de 3302

- Comandante... ¿qué está haciendo ese tipo con los láseres de la Astrea? -me susurra Nakamura sin apartar la vista del grupo de técnicos que trabajan junto a nuestra nave.
- No tengo ni idea, Nakamura. Ni idea...

La Astrea en Black Hide, la base del ingeniero que se hace llamar The Dweller

El extraño tipejo levanta con una sola mano el condensador de uno de los láseres de pulsos de clase dos, sacándolo de su ubicación. Su exoesqueleto le permite manejar piezas pesadas casi sin esfuerzo, ayudado además por la baja gravedad del planeta, bastante por debajo de 1 G. Uno de sus ayudantes le alcanza un nuevo condensador, de aspecto extraño y descuidado (varios cables con aislamiento no estándar sobresalen de la estructura), y el tipejo lo ensambla en el láser.

The Dweller, un tipo siniestro aunque sea un genio de la tecnología de distribución de energía y láseres

"The Dweller" lo llaman; nadie parece conocer su nombre real. Al parecer es un genio de la ingeniería capaz de mejorar un distribuidor con un imperdible y un trozo de cinta aislante. Y dicen que tampoco se le dan mal los láseres. Pero no parece trigo limpio, y el aspecto patibulario de la gente de la que se rodea sugiere fuertes conexiones con alguna organización criminal. Además, no ha salido barato convencerlo de que acceda a realizar mejoras en nuestra nave: medio millón de créditos, ni más ni menos. Espero que valga la pena la inversión...

- ¿Merecerá la pena? -Nakamura parece leerme el pensamiento al formular la pregunta en ese preciso momento.
- Sinceramente, lo que más duele no es el dinero, sino que tengamos que proporcionarle los materiales para las modificaciones. Y algunas cosas de las que pide son raras de narices. Cableado de conducción calorífica, compuestos CMM, cristales de enfoque exquisitos... ahora parecemos unos chatarreros recogiendo piezas de las naves de los criminales que destruimos. Y nuestra Imparable no está precisamente pensada para usarla de recogedor...
- Sí, llevas razón, la Fer-de-Lance sin bodega de carga y sin mucho espacio para usar unos drones recolectores no es la mejor opción. Deberíamos usar la Medusa, comandante, todo el mundo sabe que las Python son de las mejores naves multipropósito.

La sugerencia de Nakamura no es descabellada, pero...

- Pero como nave de combate no está a la altura de la Fer-de-Lance, Nakamura. No, de momento seguiremos con la Fer-de-Lance y más adelante tendremos que buscar alguna otra nave con capacidades de combate equivalentes a la Imparable, pero con más posibilidades de equipamiento opcional que no haga un suplicio el andar recogiendo chatarra. La Medusa la utilizaremos para obtener los materiales minerales, equipándola con láseres de minería y drones de prospección y recolección. Tendremos que hacer minería de superficie también: algunos materiales especialmente raros solo se encuentran en afloramientos y fragmentos de meteoritos.

Nakamura arquea las cejas y lanza un silbido:

- Vaya, parece que vamos a tener que trabajar de lo lindo si queremos llevar un poco más allá las capacidades de nuestras naves. Y además el tiparraco nos restringe sus mejores planos hasta que nos convirtamos en uno de sus mejores clientes, bien modificando nuestra nave, bien comprando y vendiendo en el mercado de este tugurio en el que tiene montadas sus instalaciones.
- Sí, bueno, cada uno tiene sus intereses -respondo escuetamente- y el nuestro es volar en las mejores naves que nos podamos permitir. Quid pro quo.
- Mi latín está tan oxidado como tu japonés -me suelta con una sonrisa y un guiño.
- Una cosa por otra -le aclaro, también con una sonrisa. Es la base de toda transacción justa.
- Pero he oído que hay por ahí otros ingenieros de talento. Está esa Martuuk o la tal Felicity Farseer. O aquél McQuinn que fue campeón en las series de competición CQC.
- Sí, y cada uno pedirá a cambio algo, tenlo por seguro. Pero llevas razón Nakamura, visitaremos también a esos ingenieros a ver qué tienen que ofrecer y qué piden a cambio.

Nuestra llegada a Farseer Inc., sede de las actividades de Felicity Farseer

Horas más tarde llegamos con la Astrea recién modificada a la base de Felicity Farseer, en el sistema Deciat. Una torre de altura impresionante con un faro en la cúspide domina el paisaje. La anciana resulta ser una consumada exploradora, especializada en motores de distorsión y en impulsores, lo que nos vendrá de perlas para esta nave. La mujer accede a recibirnos tras proporcionarle una unidad de meta-aleaciones, un capricho que nos ha obligado a ir a las Pléyades y volver.

Farseer resulta ser una legendaria exploradora, experta tanto en motores de distorsión como en impulsores

Descubrimos que Farseer se interesa enormemente por los datos cartográficos que le podamos facilitar, así que tras vender nuestra cartografía en la sucursal de Universal Cartographics de su base, accede a realizar ciertas modificaciones en el motor de la nave.

- ¿A cual visitamos ahora, comandante?
- Creo que a esa tal Martuuk, me han dicho que además de rivalizar con Farseer en conocimientos sobre motores de distorsión, puede hacernos un apaño en los escudos.

Nakamura asiente en silencio. Casi puedo oír a su cerebro procesar el tiempo y el dinero que nos está costando todo esto, y hemos accedido solamente a modificaciones menores, que apenas son perceptibles en el rendimiento de la nave.

- Mientras el equipo de Farseer nos hace las modificaciones, ¿por qué no te enchufas a un enlace y te enteras de lo que pide esa tal Martuuk para dignarse a recibirnos?
- En seguida comandante.

Eso al menos la mantendrá ocupada un rato, pienso mientras se aleja. Y horas más tarde, cuando nos marchamos de su base en dirección a la de Martuuk, nuestra relación con Farseer ya es de cierta confianza.

Llevamos a la Astrea por fin a la base de Elvira Martuuk

- Aquí tienes. Tres reliquias de Soontill compradas en el sistema de Ngurii... ¿Soontill no es ese planeta prohibido donde se rumorea que los Thargoides habitaron durante algún tiempo?
- ¡Ja! -suelta con descaro Elvira Martuuk. Se rumorean muchas cosas de Soontill, comandante. También se rumorean cosas de mi, y no hay que creerlas todas. Aunque, por otro lado, nunca se sabe... ¡ja, ja, ja!

Elvira Martuuk no es una mujer espectacular, pero no está desprovista de cierto atractivo. Su forma de hablar y su lenguaje corporal acentúan esa impresión. Hemos acaparado datos cartográficos antes de llegar aquí aprovechando nuestro viaje hacia Ngurii para comprar las reliquias, y al venderlos en la sucursal de Universal Cartographics de su base, Martuuk se muestra complacida.

- ¿Así que buscas mejorar la resistencia contra armas térmicas de tu sistema de escudos?, ¿no te gusta el calor, comandante? -dice la mujer con una sonrisa casi lasciva.

Nakamura pone los ojos en blanco y la mira de arriba a abajo, sin ocultar un gesto de hostilidad manifiesta. Pero a mi me divierten sus flirteos inofensivos.

Martuuk, tras entregar los datos de exploración de mis desplazamientos por la burbuja, resulta más propensa a cooperar

Un par de horas después, y con los escudos de la Astrea mejorados, volvemos al espacio, para continuar con la incesante búsqueda de materiales y mercancías necesarias para estas modificaciones, porque no olvidemos que tenemos en los hangares otras naves que mejorar...