lunes, diciembre 14

25 Entre potencias anda el juego

FECHA GALÁCTICA: 10 de diciembre de 3301

La alférez Nakamura se sienta cruzando las piernas, apoyando la pequeña holoconsola sobre su rodilla derecha y pasando con rápidos movimientos de su índice las pantallas de datos, concentrada en los números y las gráficas. La mirada del tecnócrata de la Sirius Corporation recorre las curvas de su ajustado mono de vuelo y exhibe una sonrisa lasciva, que desaparece al instante cuando llamo su atención.

- Señor Boyega…

El hombre, un joven de raza negra, alto y corpulento, vuelve hacia mí la mirada tras su escritorio y me estudia unos instantes con cierta curiosidad. Probablemente se esté preguntando si Nakamura y yo tenemos algo personal además de profesional, y por extensión, qué puede ver una joven como ella en alguien ya entrado en años como yo. La cara de curiosidad comienza a parecer una mueca de suficiencia y superioridad, así que exhibo mi sonrisa torcida mientras le sostengo la mirada sin parpadear. Mis ojos dicen “he borrado del espacio a más de mil piratas, y he matado hombres mirándoles a la cara, a veces con mis propias manos“. Boyega traga saliva, y desvía nervioso su mirada hacia la holoconsola.

La Imparable pone fin a las operaciones de una nave de una de las potencias rivales de Li Yong-Rui

- Sí, comandante Escorpion, veo que son otros 50 millones de créditos… 205 millones en las últimas 5 semanas. Un registro de méritos impresionante, si me permite el cumplido.
- Y todos y cada uno de ellos por hacer pedazos en el espacio las naves de los oponentes de la Sirius Corporation, nada de transportar contratos o equipo industrial, si me permite la aclaración.

Naves de combate del Imperio intentaron impedir nuestras actividades en más de una ocasión, sin éxito ninguno.

El tecnócrata sonríe nervioso, tal vez imaginándose en el interior de una nave que, de repente y por azar, resulta estar en el objetivo de la mortífera Fer-de-Lance que Nakamura y yo pilotamos. Parece haber perdido todo interés en la alférez y centra toda su atención en despachar nuestro asunto.

Las naves de los burócratas de la Alianza eran detenidas, avisadas para que la tripulación las evacuara y luego destruidas.

- Pero, cuénteme comandante, ¿cuál es el motivo de que haya cesado su actividad? Le recuerdo que baja usted al rango 4 y por tanto su paga semanal pasa a ser otra vez de 5 millones de créditos en lugar de 50…
- Esto nunca fue un contrato en firme, ni nada me obliga a cumplir objetivos –me inclino hacia adelante en la silla para acercarme a la mesa mientras hablo. Es más, ni siquiera se marcan objetivos, sino que ustedes dejan que nosotros los marquemos… quizá sin organización ninguna. Su falta de control sobre las actividades de los agentes libres en los que confían su futuro es incomprensible para mí. ¿Qué le impide a cualquiera actuar en contra de los intereses de su corporación, aún militando en sus filas? Para alguien con formación militar como yo, su estructura de mando y control parece un juego de niños, y está condenada a la ineficiencia y al caos.
- Pero, los cuantiosos incentivos económicos… -balbucea intentando encontrar algo con lo que justificarse.
- No es tanto como parece –interviene Nakamura, mientras maneja los datos de su holoconsola. En el mismo tiempo que invertimos en trabajar para la Sirius Corporation atacando naves de las potencias rivales en sus sistemas, podríamos sacar más dinero con nuestra habitual actividad de cazarrecompensas. Sin ir más lejos tenemos por aquí cerca un lugar de extracción de recursos especialmente peligroso que rebosa de jugosas recompensas.
- Y además podemos hacer el trabajo a nuestro ritmo, sin un rígido plazo que cumplir –intervengo sin darle tiempo a réplica. Y, sinceramente, nos sentimos más útiles defendiendo a esas honradas naves mineras acosadas por los piratas.
- Pero también está la bonificación por los datos de exploración si se mantiene en el rango 5 –argumenta en un último intento de defender su postura. Se trata del triple de la cantidad habitual, y conozco su afición por realizar de vez en cuando escapadas hacia lo desconocido, capitán de fragata Escorpión.
- Claro, pero se olvida de algo muy importante –una mirada a Nakamura basta para cederle el placer de bajar de las nubes al tecnócrata.
- Una expedición seria de exploración requiere de varias semanas –procede a explicar la joven como si estuviera explicándoselo a un niño de 6 años-, y como usted sabrá, si al cabo de una semana no hemos acumulado los méritos correspondientes perderemos el rango 5 y por tanto la bonificación. ¿A qué clase de exploradores pretende beneficiar?, ¿a los domingueros que se dan un paseo a la vuelta de la esquina?, ¿o pretende que a la vuelta de una larga expedición comencemos de nuevo a adquirir el rango 5 sin descargar los datos de la computadora en todo ese tiempo?

Boyega aprieta los labios, resignado finalmente ante la evidencia.

- Créame que Sirius Corporation lamenta que un comandante con su historial deje de prestarnos servicio…
- No se equivoque, señor Boyega –prosigo en tono conciliador-, aun simpatizando con la Federación hemos decidido prestar servicio a la Sirius Corporation porque sus ideales nos parecen limpios, y proporcionan beneficios para que la humanidad domine el espacio con una tecnología superior y al alcance de todos. No descartamos seguir colaborando con ustedes y mantenernos en el rango 4. Si es así, tendrá noticias nuestras cuando entreguemos los registros de eliminación de las naves rivales de Li Yong-Rui como de costumbre.

La Corporación Sirius pone en manos de la gente la tecnología a buen precio, promoviendo el progreso y la exploración.

La despedida finalmente es cordial. Boyega sabe que necesita de los servicios de comandantes como nosotros, pero paradójicamente no tiene ningún control sobre los comandantes que le sirven y debe confiar en que se coordinen entre ellos por medios ajenos a ellos. Parecen unos aficionados.

La Imparable solo deja escombros a su paso, pero respetó a todos los comandantes de la Federación de Pilotos encontrados, que no fueron pocos

Y sin embargo, si de algo han servido estas semanas ha sido para poner finalmente a punto a la Imparable y probar en múltiples situaciones de combate las capacidades de una Fer-de-Lance. Todavía hay unos ajustes que hacer, pero con el dinero recaudado hay de sobra para terminar de equiparla y para hacerse con una nueva nave. La Fer-de-Lance es una excelente máquina de guerra, pero a veces para algunos trabajos es necesaria una nave más polivalente, que mantenga una potencia de fuego respetable pero que además sea capaz de transportar carga, tener una autonomía y capacidad de salto superiores y poder transportar un vehículo de reconocimiento de superficie.

En el interior de uno de los bares de la estación Flade Enterprise, mi primer oficial y yo bromeamos y bebemos recordando al pobre tecnócrata de la Sirius que acabamos de dejar desmoralizado en su despacho.

- Nakamura, olvidemos por un momento los negocios y brindemos por su ascenso a alférez.
- Oh, gracias, brindemos también por su ascenso a capitán de fragata, le recuerdo que todavía me debe la invitación...
- Eso fue hace ya tiempo… de hecho pronto seré ascendido a capitán de navío. Será mejor que brindemos por algo más reciente. Por la Medusa.
- ¿La… Medusa?, ¿a qué se refiere? -la cara de Nakamura refleja su confusión.

La Medusa, una Python de los astilleros Faulcon deLacy

Señalo con el mentón hacia la ventana. La joven se gira y contempla las líneas de una Python en el exterior del muelle 45. Varios operarios están terminando de instalar el armamento y los últimos módulos y otro grupo se prepara para pintarla. Cuando vuelve la cabeza, su sonrisa es la de una niña a la que su padre le hubiera comprado un potro. Sin saber por qué, vuelvo a pensar en Boyega y en cómo la miraba. Y también en que en efecto tengo la edad de ser su padre.

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