FECHA GALÁCTICA: 10 de diciembre
de 3301
La alférez Nakamura se sienta
cruzando las piernas, apoyando la pequeña holoconsola sobre su rodilla derecha
y pasando con rápidos movimientos de su índice las pantallas de datos,
concentrada en los números y las gráficas. La mirada del tecnócrata de la
Sirius Corporation recorre las curvas de su ajustado mono de vuelo y exhibe una
sonrisa lasciva, que desaparece al instante cuando llamo su atención.
- Señor Boyega…
El hombre, un joven de raza
negra, alto y corpulento, vuelve hacia mí la mirada tras su escritorio y me estudia
unos instantes con cierta curiosidad. Probablemente se esté preguntando si
Nakamura y yo tenemos algo personal además de profesional, y por extensión, qué
puede ver una joven como ella en alguien ya entrado en años como yo. La cara de
curiosidad comienza a parecer una mueca de suficiencia y superioridad, así que
exhibo mi sonrisa torcida mientras le sostengo la mirada sin parpadear. Mis
ojos dicen “he borrado del espacio a más de mil piratas, y he matado hombres
mirándoles a la cara, a veces con mis propias manos“. Boyega traga saliva, y
desvía nervioso su mirada hacia la holoconsola.
La Imparable pone fin a las operaciones de una nave de una de las potencias rivales de Li Yong-Rui |
- Sí, comandante Escorpion, veo
que son otros 50 millones de créditos… 205 millones en las últimas 5 semanas.
Un registro de méritos impresionante, si me permite el cumplido.
- Y todos y cada uno de ellos por
hacer pedazos en el espacio las naves de los oponentes de la Sirius
Corporation, nada de transportar contratos o equipo industrial, si me permite la
aclaración.
Naves de combate del Imperio intentaron impedir nuestras actividades en más de una ocasión, sin éxito ninguno. |
El tecnócrata sonríe nervioso,
tal vez imaginándose en el interior de una nave que, de repente y por azar, resulta
estar en el objetivo de la mortífera Fer-de-Lance que Nakamura y yo pilotamos.
Parece haber perdido todo interés en la alférez y centra toda su atención en
despachar nuestro asunto.
Las naves de los burócratas de la Alianza eran detenidas, avisadas para que la tripulación las evacuara y luego destruidas. |
- Pero, cuénteme comandante, ¿cuál
es el motivo de que haya cesado su actividad? Le recuerdo que baja usted al
rango 4 y por tanto su paga semanal pasa a ser otra vez de 5 millones de
créditos en lugar de 50…
- Esto nunca fue un contrato en
firme, ni nada me obliga a cumplir objetivos –me inclino hacia adelante en la
silla para acercarme a la mesa mientras hablo. Es más, ni siquiera se marcan
objetivos, sino que ustedes dejan que nosotros los marquemos… quizá sin
organización ninguna. Su falta de control sobre las actividades de los agentes
libres en los que confían su futuro es incomprensible para mí. ¿Qué le impide a
cualquiera actuar en contra de los intereses de su corporación, aún militando
en sus filas? Para alguien con formación militar como yo, su estructura de
mando y control parece un juego de niños, y está condenada a la ineficiencia y
al caos.
- Pero, los cuantiosos incentivos
económicos… -balbucea intentando encontrar algo con lo que justificarse.
- No es tanto como parece –interviene
Nakamura, mientras maneja los datos de su holoconsola. En el mismo tiempo que
invertimos en trabajar para la Sirius Corporation atacando naves de las
potencias rivales en sus sistemas, podríamos sacar más dinero con nuestra
habitual actividad de cazarrecompensas. Sin ir más lejos tenemos por aquí cerca
un lugar de extracción de recursos especialmente peligroso que rebosa de jugosas
recompensas.
- Y además podemos hacer el
trabajo a nuestro ritmo, sin un rígido plazo que cumplir –intervengo sin darle
tiempo a réplica. Y, sinceramente, nos sentimos más útiles defendiendo a esas honradas
naves mineras acosadas por los piratas.
- Pero también está la
bonificación por los datos de exploración si se mantiene en el rango 5 –argumenta
en un último intento de defender su postura. Se trata del triple de la cantidad
habitual, y conozco su afición por realizar de vez en cuando escapadas hacia lo
desconocido, capitán de fragata Escorpión.
- Claro, pero se olvida de algo
muy importante –una mirada a Nakamura basta para cederle el placer de bajar de
las nubes al tecnócrata.
- Una expedición seria de
exploración requiere de varias semanas –procede a explicar la joven como si
estuviera explicándoselo a un niño de 6 años-, y como usted sabrá, si al cabo
de una semana no hemos acumulado los méritos correspondientes perderemos el
rango 5 y por tanto la bonificación. ¿A qué clase de exploradores pretende
beneficiar?, ¿a los domingueros que se dan un paseo a la vuelta de la esquina?,
¿o pretende que a la vuelta de una larga expedición comencemos de nuevo a
adquirir el rango 5 sin descargar los datos de la computadora en todo ese
tiempo?
Boyega aprieta los labios, resignado
finalmente ante la evidencia.
- Créame que Sirius Corporation
lamenta que un comandante con su historial deje de prestarnos servicio…
- No se equivoque, señor Boyega –prosigo
en tono conciliador-, aun simpatizando con la Federación hemos decidido prestar
servicio a la Sirius Corporation porque sus ideales nos parecen limpios, y
proporcionan beneficios para que la humanidad domine el espacio con una
tecnología superior y al alcance de todos. No descartamos seguir colaborando
con ustedes y mantenernos en el rango 4. Si es así, tendrá noticias nuestras cuando
entreguemos los registros de eliminación de las naves rivales de Li Yong-Rui como
de costumbre.
La Corporación Sirius pone en manos de la gente la tecnología a buen precio, promoviendo el progreso y la exploración. |
La despedida finalmente es
cordial. Boyega sabe que necesita de los servicios de comandantes como nosotros,
pero paradójicamente no tiene ningún control sobre los comandantes que le
sirven y debe confiar en que se coordinen entre ellos por medios ajenos a ellos.
Parecen unos aficionados.
La Imparable solo deja escombros a su paso, pero respetó a todos los comandantes de la Federación de Pilotos encontrados, que no fueron pocos |
Y sin embargo, si de algo han
servido estas semanas ha sido para poner finalmente a punto a la Imparable y probar en múltiples situaciones
de combate las capacidades de una Fer-de-Lance. Todavía hay unos ajustes que
hacer, pero con el dinero recaudado hay de sobra para terminar de equiparla y
para hacerse con una nueva nave. La Fer-de-Lance es una excelente máquina de
guerra, pero a veces para algunos trabajos es necesaria una nave más
polivalente, que mantenga una potencia de fuego respetable pero que además sea
capaz de transportar carga, tener una autonomía y capacidad de salto superiores
y poder transportar un vehículo de reconocimiento de superficie.
En el interior de uno de los bares
de la estación Flade Enterprise, mi primer oficial y yo bromeamos y bebemos
recordando al pobre tecnócrata de la Sirius que acabamos de dejar desmoralizado
en su despacho.
- Nakamura, olvidemos por un
momento los negocios y brindemos por su ascenso a alférez.
- Oh, gracias, brindemos también
por su ascenso a capitán de fragata, le recuerdo que todavía me debe la
invitación...
- Eso fue hace ya tiempo… de
hecho pronto seré ascendido a capitán de navío. Será mejor que brindemos por
algo más reciente. Por la Medusa.
- ¿La… Medusa?, ¿a qué se refiere? -la cara de Nakamura refleja su confusión.
La Medusa, una Python de los astilleros Faulcon deLacy |
Señalo con el mentón hacia la
ventana. La joven se gira y contempla las líneas de una Python en el exterior del muelle 45. Varios operarios están terminando de instalar el armamento
y los últimos módulos y otro grupo se prepara para pintarla. Cuando vuelve la cabeza, su sonrisa es la de una niña a
la que su padre le hubiera comprado un potro. Sin saber por qué, vuelvo a
pensar en Boyega y en cómo la miraba. Y también en que en efecto tengo la edad de
ser su padre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por comentar