lunes, mayo 11

14 Un trocido de historia

FECHA GALÁCTICA: 30 de abril de 3301

La música sube de volumen un par de octavas con un gesto de mi mano. El panel incrustado en el mamparo situado a mi izquierda muestra una onda cambiando de amplitud con cada variación de la melodía, inundando la estancia con una luz de tonalidad azulada. A la pieza le quedan apenas unos segundos, así que espero que termine antes de levantarme.

- Luces

La iluminación me sorprende hiriendo mis ojos: blanca, intensa, repentina.

- ¡Jod...! Maldita luz...

Mientras me calzo las botas magnéticas, tomo nota mental de que tengo que ajustar los parámetros ambientales de fábrica que los de Lakon le programan al camarote del comandante. No obstante, y según mi costumbre, en lugar de caminar me deslizo flotando a la sala común para imprimirme un desayuno rápido: barra de cereales y yogur. Nakamura ya está allí, terminando el suyo.

- ¿Qué tal subteniente?, ¿lista para el viaje de pruebas de la "Astrea"?
- Buenos días comandante. Lista y deseando poner rumbo a lo desconocido. ¿Qué itinerario tiene pensado?

Me giro lentamente flotando en mitad de la sala, mientras mastico la barra de cereales y le sonrío tratando de parecer enigmático. Como respuesta, la joven frunce el ceño y entrecierra sus ojos, convirtiéndolos en dos rendijas minúsculas.

- Bueno, si el destino es secreto al menos dígame la duración estimada. Hay que cargar provisiones, ¿sabe?
- Ejem... claro, claro. Siempre tan eficiente. Pero no se preocupe por las provisiones: con lo que llevamos habrá suficiente. He planeado un viaje corto, de un par de días, para tomarle el pulso a la nave y pensar las posibles mejoras que pueda necesitar.
- Está bien comandante, comenzaré a hacer la revisión rutinaria de los sistemas antes del despegue.

Nakamura abandona la sala acompañada del sonido rítmico característico de sus botas al magnetizar y desmagnetizar alternativamente. Me apresuro a terminar el yogur aspirando con fruición por la pajita, y luego lanzo el envase de plástico vacío en dirección a la pequeña compuerta del colector de residuos. Por supuesto, fallo el lanzamiento y tengo que recogerlo mientras rebota por las paredes sin control. Tras depositarlo directamente en el colector sin más florituras, me dirijo al puente.

Al entrar y colocarme en el asiento no puedo evitar mirar a mi derecha por costumbre, pero Nakamura no está a mi lado. Es una incomodidad que mi copiloto esté en la cubierta inferior. A mi juicio, un defecto de diseño por parte de Lakon.

- ¿Que tal por ahí abajo, subteniente? Este puente partido en dos cubiertas no me termina de gustar, no tenerla a la vista me resulta incómodo.
- Ajá. Ya veo. Bueno... todos los sistemas en orden, comandante.
- Sí... está bien. Protocolo de despegue, Nakamura.

Aquí empezó todo. Un planeta pequeño y azulado a la distancia idónea de una estrella amarilla y cálida.

La Tierra. Solo tres saltos para cubrir la distancia aproximada de cien años luz. Cuestión de minutos con esta nueva nave. Para Nakamura, es toda una sorpresa esta visita. Habíamos estado anteriormente en el Sistema Solar, pero siempre por negocios. Siempre debido a una misión, una recompensa que cobrar. Siempre de paso. Pero hoy visitaremos la cuna de la civilización sin prisas, deteniéndonos a observar los detalles.

- ¿Ha estado alguna vez ahí abajo, Nakamura?
- No, comandante. Pero me gustaría muchísimo -dice con entusiasmo.
- Yo nací justo ahí, en esa península. En la antigüedad allí había un país que llegó a ser un imperio. De ahí la expansión del idioma español que muchos seguimos hablando. Algún día bajaremos ahí. Algún día.
- ¿Y las islas de mis antepasados?, ¿dónde están?
- A esta velocidad orbital, en unos segundos aparecerán por el horizonte. Mira, allí las tienes -digo señalando, aunque Nakamura no puede ver mi precisa indicación desde la cubierta inferior.
- Como me gustaría visitarlas. ¿Sabe si existen todavía los palacios imperiales de hace dos milenios?
- Me temo que la Tierra del siglo treinta y cuatro no conserva prácticamente nada de lo que fue antes de la Tercera Guerra Mundial. La guerra se prolongó desde el 2.040 al 2.050 aproximadamente. La destrucción fue apocalíptica. Cientos de millones de muertos. Miles de especies extintas. El medio ambiente arrasado. Y las enfermedades de la posguerra casi llevaron a la extinción a la humanidad. La construcción de nuevas ciudades llevó décadas, la recuperación medioambiental siglos. Las nuevas ciudades sustituyeron a las viejas y las construcciones actuales poco conservan de lo anterior.

Noto por el comunicador una exclamación ahogada, y yo mismo siento como un escalofrío recorre mi columna vertebral al imaginar la destrucción sin límites a la que se abandonó la humanidad en aquellos oscuros años.

- Pero la humanidad sobrevivió. Y las guerras al menos favorecen los avances tecnológicos. Todo fue mejorando una vez dejamos de matarnos unos a otros y enfocamos nuestra capacidad en mirar hacia las estrellas y...
- Comandante, contacto en los sensores. Es muy grande. La computadora lo identifica como un crucero de batalla de clase Farragut.
- Ah, debe estar estacionado como fuerza de defensa. Vamos a verlo de cerca.

El FNS Thanatos, un enorme crucero de batalla de clase Farragut

Nos aproximamos al behemoth espacial y nuestra nave parece empequeñecer a su lado. Las líneas agresivas de su diseño y el impresionante despliegue de armamento que transporta quitan el aliento. Nos aproximamos aún más para verlo de cerca, y entonces recibimos una comunicación.

El crucero de batalla de clase Farragut nos lanza una advertencia cuando nos aproximamos.

- Atención "Astrea". Aquí el crucero de batalla "Thanatos". No tiene permiso para aproximarse. Por favor, mantenga una distancia superior a los 1000 metros.
- Recibido "Thanatos". Aumentamos distancia.

El crucero de batalla de clase Farragut nos ha enviado una advertencia seria, así que será mejor que cumplamos sus demandas. Conozco bien el protocolo militar: si seguimos aproximándonos abrirán fuego contra nosotros. Sin contemplaciones.

- Eso ha sido un poco rudo, ¿no le parece comandante?

La voz de Nakamura parece destilar cierto rencor o enfado. La imagino con el ceño fruncido mirando fijamente al "Thanatos", como si pudiera fundirlo con la mirada. Ciertamente me molesta esta separación del puente en dos cubiertas. En la Vulture que hemos comprado recientemente el asiento del copiloto va detrás, pero al menos puedo hacer girar la silla...

- Deben estar hasta las narices de curiosos, Nakamura. No lo tomemos en cuenta. Vámonos a la Luna.

La Luna, la vieja compañera del planeta de origen de la especie humana

La superficie lunar parece virgen desde la órbita, pero en realidad es objeto de explotación, sede de la industria pesada trasladada desde la Tierra y tiene una colonia permanente subterránea desde hace más de mil años.

- Aquí fue donde la humanidad por primera vez puso el pie en otro cuerpo celeste distinto de la Tierra, con medios rudimentarios y grandes riesgos.
- ¿Se pueden visitar esos primeros lugares de exploración espacial humana?
- He oído que hay un museo dedicado a los pioneros de la exploración espacial... así que quizá sea posible. En cuando podamos buscaremos una oportunidad para bajar a comprobarlo. Ahora vayamos a ver algo increíble.

A pesar de la terraformación, Marte sigue mostrando una tonalidad rojiza en parte de su superficie

Marte. El planeta rojo. O al menos antes lo llamaban así. Ahora es otro mundo azulado con condiciones ambientales similares a las de la Tierra.

- No te lo creerás, pero antes era un desierto de color rojo. En el año 2.170 hubo un primer intento de terraformación, tan solo ochenta años después de establecer una primera base allí. Fue un fracaso. Hubo que esperar un siglo para que el segundo intento funcionara.
- Aún se ve rojo en algunas partes...
- Sí, no es demasiado fértil, y toda la flora y fauna ha sido importada, pero al menos la vida ha arraigado ahí abajo y se puede vivir en el exterior sin suplemento de oxígeno. Aunque a veces uno desearía que algunos de los que viven ahí abajo se ahogaran...
- No le entiendo comandante...
- Bueno, cuando la Tierra todavía estaba arrasada tras la guerra, Marte y su programa de terraformación atrajo toda la atención de los ricos y los poderosos. Las corporaciones que pudieron permitírselo compraron grandes parcelas y muchas movieron sus órganos administrativos y residenciales allí. Así que ahí abajo hay muchas personas poderosas de las principales megacorporaciones de la Federación. No es un secreto que a veces sus decisiones tienen sospechosamente un eco directo en la política de la Federación... no sé si me entiendes.
- Entiendo, comandante. La corrupción es un cáncer en la Federeción, ya se lo he dicho más de una vez. A veces me pregunto si no sería mejor servir al Emperador...
- Sí, claro, y aceptar la esclavitud, algo que la humanidad abolió hace más de un milenio. Bueno, mejor no discutamos de política. Atraquemos en Mars High, quiero enseñarle cómo las gastan por aquí los marcianos.

La estación Mars High es lujosa y llena de vegetación

En cuanto uno entra en la estación Mars High se da cuenta de que no es como las demás. Por fuera es una estación Orbis como cualquier otra, pero en su interior está construida con todo lujo y cuidado en el ámbito estético. Jardines e hileras de palmeras adornan los muelles de atraque y todo da una sensación de lujo y tranquilidad. Y los precios de los restaurantes son más altos que el nivel de radiación de de una estrella de neutrones.

Saturno y sus anillos

Tras la carísima comida en el restaurante John Carter, reemprendemos nuestro camino en dirección a los gigantes gaseosos: Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Todos estos titanes del Sistema Solar tienen un anillo de material orbitándolos. Incluso Júpiter tiene un débil anillo de rocas de hielo, apenas visible. Pero sin duda, los más espectaculares son los anillos de Saturno. Uno entiende el sobrenombre de Joya del Sistema Solar que los primeros exploradores le otorgaron.

El planeta enano Plutón y su satélite principal Caronte

Y ya nos acercamos a los últimos cuerpos celestes del sistema. Plutón no tiene categoría de planeta, se le considera un planeta enano, y ni siquiera comparte similitud orbital con el resto de planetas. Su órbita es excéntrica e inclinada al plano de la eclíptica, más parecida a la de un cometa, lo que hace que en ocasiones esté más cerca del sol que Neptuno, por ejemplo.

- ¿Comandante?
- Adelante, Nakamura.
- Tengo una lectura extraña. Rumbo 35:-15
- Recibido. Cambiando rumbo.

Giro la nave treinta y cinco grados a estribor y bajo el morro quince grados, enfocando con los sensores de la nave el contacto. En efecto, allí está. Es una señal muy débil, de un objeto situado a más de dos millones trescientos mil segundos luz. Es decir, a casi 0,07 años luz. Paso el sonido a los altavoces del puente.

- ¿Es eso una comunicación de radio, Nakamura?
- No lo sé comandante, parece muy débil y con interferencias.
- Nos llevará cerca de treinta minutos llegar hasta allí. Vamos a investigar.

Conforme nos acercamos, la señal de radio es más intensa. Parece emitir algún tipo de mensaje. Sin duda son voces humanas. ¿Será alguien en peligro?, ¿una señal de auxilio?

Una vieja sonda espacial, a unos 500.000 millones de kilómetros de la Tierra, unas 3300 Unidades Astronómicas

Al final, encontramos un trocito de historia de la humanidad flotando solitario en el espacio, incansable en su eterno viaje por el espacio interestelar. La computadora lo identifica como la sonda Voyager 2, lanzada en el año 1977 por una agencia espacial de uno de los viejos países pioneros de la exploración espacial. Llevaba un rudimentario sistema de comunicaciones y un ingenuo mensaje bienintencionado para cualquier entidad extraterrestre que lo pudiera encontrar.

La rudimentaria sonda, equipada con lo que en aquella época era la más alta tecnología

- Comandante... esto es pura historia.
- Sí... parece increíble que aún siga vagando por el espacio. Aunque su función ya ha quedado obsoleta. Poco más de ciento veinte años después de su lanzamiento se descubrió la forma de acceder al hiperespacio. En poco tiempo se enviaron sondas a Alfa Centauri, Tau Ceti y todos los sistemas vecinos...

A pesar de haber pasado casi 1.324 años, no se ven muchos desperfectos, salvo en la placa de identificación...

Un examen cercano con la cámara autónoma revela el disco de oro con los mensajes de la Tierra, unas rudimentarias coordenadas de localización de nuestro planeta natal, dibujos de unos seres humanos a escala con el de la sonda... y la placa con el nombre de la propia sonda. Curiosamente, algún impacto de micrometeoritos ha dañado esa parte y tan solo se lee "V       G E R". Trato de recordar de qué me suena eso...

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