miércoles, abril 15

08 Los recordados y los olvidados

FECHA GALÁCTICA: 6 de abril de 3301
DISTANCIA AL SISTEMA SOLAR: 550 años luz

Camino por un paisaje con abundante vegetación. Las hojas de las plantas son anaranjadas en este planeta, y cuando las toco, a pesar del guante que cubre mi mano, percibo un mayor grosor y una textura mucho más blanda que lo que recuerdo de las plantas de origen terrestre. Además, sus tallos tienen cierta movilidad, pues se contraen lentamente para alejarse de mi contacto, que quizá perciban como algo extraño e indeseado. La evolución de estas especies vegetales ha transcurrido por otros derroteros diferentes de los de las de la Tierra. Tal vez por la distinta radiación y la extraña luz azulada de la estrella que es el centro del sistema. Camino con cuidado de no aplastar a alguno de los pequeños y curiosos insectos de cinco patas que medran entre la abundante hojarasca, que al secarse se vuelve negra como el azabache, y estoy tentado de levantar la visera de mi casco y respirar la atmósfera alienígena, que los sensores han catalogado como respirable. Pero el protocolo prohíbe hacerlo: cualquier virus o bacteria podría infectarme y matarme en cuestión de días. Quizá en horas. Entonces escucho un ruido a mi espalda y me giro. La criatura mide más de tres metros y es todo fauces y zarpas. Salta sobre mi, derribándome sin que tenga oportunidad de desenfundar mi pistola, y con una velocidad inesperada para una criatura de ese tamaño, lanza sus mandíbulas abiertas hacia mi cabeza...

Me despierto empapado en sudor, con el corazón a punto de estallar. Tardo unos segundos en ubicarme: estoy en el camarote de la "Obstinada". Claro.

- Luces.

El resplandor blanco de la luz del camarote hiere mis ojos. Abro la red de sujeción y salgo flotando mientras la camilla se pliega hacia el mamparo. Soñé con que encontraba un mundo similar a la tierra. Y se convirtió en pesadilla. Dejando atrás las nebulosas recién visitadas, comencé a acercarme a Antares, el siguiente punto de paso de la expedición, ansioso por encontrar de una vez un mundo habitable para el hombre, hasta que el cansancio me venció y detuve la nave para retirarme al camarote a descansar unas horas. La mente nos juega malas pasadas.

Un desayuno rápido del generador de alimentos y de vuelta al puente. Antares es la estrella más brillante de la constelación de Escorpio. Me resulta curioso que los primitivos humanos, hace varios miles de años, dieran estos fantásticos nombres a los dibujos que creían ver por la noche en el firmamento. Antares está de camino a la nebulosa IC 4604, y probablemente llegue allí al final del periodo de viaje previsto para hoy, así que manos a la obra.

Sistema SWOILZ ZN-T C6-2. Tras el rutinario barrido del escáner, la computadora se vuelve loca. Es un sistema estelar triple con 23 objetos astronómicos principales orbitando las estrellas, y con un total de 27 satélites que a su vez orbitan los planetas. Y varios de ellos parecen aptos para la extracción de recursos minerales o incluso ser terraformados. Hasta ahora no había visto un sistema con tantos planetas y satélites, así que me espabilo rápidamente y comienzo el escaneado de todos y cada uno de los objetos astronómicos encontrados, exceptuando los cinturones de asteroides. Uno de los astros resulta ser un planeta acuático de condiciones ambientales muy prometedoras para la vida humana. Un excelente candidato a la terraformación.

SWOILZ ZN-T C6-2 A 2 es un planeta acuático que podría ser terraformado

Tardo bastante en escanear todos los cuerpos del sistema, pero me siento satisfecho tras haberlo realizado. Sé que desde el punto de vista económico es una pérdida de tiempo escanear cada satélite rocoso e inerte, inservible en principio para los propósitos de la humanidad, pero en esta primera expedición ese es mi objetivo, para tomar bien el pulso a los métodos y las rutinas de la exploración espacial. Y ya estoy dispuesto para saltar al siguiente sistema y cargando el motor de salto cuando algo llama mi atención. Señal sin identificar a 1,4 segundos luz. Por un momento dudo entre seguir mi camino o examinar a fondo la señal. La carga del motor de salto continúa con un zumbido que se vuelve más agudo a cada segundo. Al final, aborto el salto antes de la cuenta atrás.

Lentamente me aproximo al origen de la señal y salgo de la velocidad de supercrucero. Inmediatamente me veo rodeado de restos de metal retorcido de todos los tamaños. Detengo la nave de inmediato, no sin antes recibir un par de impactos que me hacen alegrarme de haber mantenido un pequeño escudo deflector que evita los daños en el casco. Acerco la "Obstinada" a uno de los restos de mayor tamaño y el lúgubre y oscuro fragmento del pecio espacial se vuelve cada vez más próximo, permitiéndome tomar conciencia del tamaño original de la nave naufragada. Enciendo las luces de exploración y comienzo a examinarlo, llegando a la conclusión de que en su día fue una Lakon Type-9. Al igual que yo con mi Type-6, alguien acondicionó su nave mercante para una aventura de exploración, que a la postre salió mal en su caso. No puedo dejar de pensar que este es el destino de muchos exploradores. Un error de cálculo al utilizar el recolector de combustible. Una mala entrada en el sistema tras un salto demasiado cercano a la estrella. Un descuido en la aproximación para escanear un cuerpo celeste. Un mal encuentro con piratas y proscritos que se ocultan en la tierra de nadie próxima a los últimos sistemas habitados. ¿Qué fue lo que le pasaría a esta nave?, ¿quien sería su comandante?, ¿llegarían las cápsulas de salvamento a devolverles a la civilización?, ¿o tal vez su cuerpos sin vida yacen entre las estrellas, perdidos y olvidados?

Los restos de lo que fue una Lakon Type-9

Finalmente llego a Antares: un sistema binario compuesto por una enorme gigante roja y una azul de clase B con cinco estrellas enanas orbitándola a su vez. Antares A es grandiosa: tiene 645 veces el tamaño del Sol, siendo una de las más grandes de la galaxia.

Antares A, una de las estrellas más grandes de la galaxia

No teniendo el sistema otros objetos astronómicos que merezcan más atención, me dedico a orbitar las estrellas principales. Activo la cámara autónoma de la "Obstinada" y me acerco a una y otra, asombrado con su majestuosidad. Y sin embargo, mi mente sigue pensando en los viajeros de la Type-9 naufragada que examiné hace apenas unas horas. ¿Quedará mi nombre ligado eternamente a algunos de los objetos astronómicos que he visitado en estos días o sufriré el mismo destino que ellos y toda esta expedición será en vano?

Antares B, con Antares A aún bien visible debido a su tamaño, a pesar de la distancia que las separa

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