miércoles, abril 29

12 Historias de naufragios

FECHA GALÁCTICA: 18 de abril de 3301

El interior de una cápsula de escape no es cómodo. Apenas hay sitio para moverse y todo el espacio está ocupado por múltiples sistemas: el diminuto habitáculo para cada tripulante en posición de reposo, las baterías conectadas a los paneles solares externos, los sistemas de depuración de aire y residuos, los depósitos de fluidos para el soporte vital, los sistemas de comunicaciones y sensores, y finalmente, un equipo básico de supervivencia en superficie planetaria. Lo habitual es que cuando la cápsula de escape abandona la nave se inicie el sistema AnSusp, que deja al cuerpo en animación suspendida, un coma inducido, y comience la transmisión ininterrumpida de la señal de socorro con el balizamiento de la capsula. Pero muchos comandantes prefieren mantener en manual el sistema. Sobre todo cuando navegan por sistemas transitados, en los que el rescate suele producirse en cuestión de horas. A veces, que tu cápsula de escape comience a emitir su posición inmediatamente después de abandonar la nave puede ser una invitación a que el que acaba de destruir tu nave se acerque a rematar el trabajo.

De todas formas, a pesar de la incomodidad, la cápsula de escape siempre es mejor que la máscara RemLok, el último recurso del viajero espacial. Si no eres capaz de llegar a tiempo a la cápsula, la máscara RemLok que todo traje incorpora se dispara en cuanto detecta que el cuerpo se encuentra en el vacío espacial y lo recubre automáticamente con una película de material protector, comienza a suministrarle oxigeno y alimento intravenoso y pone al náufrago en AnSusp mientras emite las señales de balizamiento y socorro. El tiempo que una máscara RemLok puede mantener con vida a un náufrago es considerablemente menor, evidentemente.

Quedar flotando en el espacio protegido únicamente por la máscara RemLok es la pesadilla de todo viajero espacial

Nakamura y yo esperamos en silencio en el interior de la cápsula, casi conteniendo la respiración. El pitido a intervalos regulares de los sensores pasivos de la cápsula nos indica que la nave del asesino a sueldo sigue ahí fuera. Es solo cuestión de paciencia. Si ese tal Webb se toma la molestia de examinar minuciosamente los restos, finalmente su Anaconda dará con nuestra cápsula y nos hará pedazos. No hay nada que podamos hacer, salvo intentar aliviar la tensión con algo de conversación informal.

- Bueno Nakamura, al menos esta vez no estás poniéndolo todo perdido de sangre.

La joven cierra los ojos y menea la cabeza como el que escucha a un niño pequeño decir tonterías. No está de humor para bromas. Los nanoreparadores que le inyectaron hace una semana le dejaron las cervicales como nuevas, pero me llevé un buen susto, y estuvo tetrapléjica dos días mientras las microscópicas máquinas reparaban los tejidos en el ámbito celular. Lo cierto es que al tercer día salió de la sala de tratamiento y en cuestión de horas ya estábamos volando patrullas de combate junto al Viper del comandante Nebula en el anillo de Una 2.

- El Viper de Nebula tiene una potencia de fuego considerable con esa combinación de rifles de raíl y láseres de pulsos. Eso unido a su superior escudo la hace una nave con capacidades de combate superiores a nuestra Cobra, ¿no te parece?

La primer oficial parece retomar el interés cuando desvío la conversación a su terreno.

- Sí, al fin y al cabo es una nave diseñada para el combate. ¿Sigue pensando en mantenernos en una Cobra hasta ahorrar lo suficiente para una Fer de Lance, comandante?

Mi primer impulso es contestar con un "sí" seco y rotundo, pero me contengo. Reconozco que me dejo llevar por la nostalgia. La "Audaz" me ha acompañado durante bastante tiempo y hemos visto crecer nuestra pequeña sociedad a grandes zancadas gracias a ella. Decido cambiar de tema.

- Ya veremos. Por ciero, Nakamura, hay una cosa que quiero preguntarle hace tiempo.
- ¿Sí comandante?
- Verá, es que cada vez que le cedo el asiento del piloto en la nave para que se vaya familiarizando con el vuelo real se pone usted esa cinta en la cabeza con esos caracteres en japonés y...
- ¿Y?
- Pues que me pone nervioso... he leído que hace más de mil años, en el segundo conflicto mundial los pilotos japoneses...

La muchacha pone los ojos en blanco y menea de nuevo la cabeza.

- Esto -dice señalando la cinta de tela anudada alrededor de su cabeza- se llama hachimaki y es un símbolo de esfuerzo y dedicación. Es una tradición milenaria y no tiene nada que ver con los pilotos que estrellaban sus aviones contra los barcos enemigos en la Segunda Guerra Mundial. Aunque ellos también los llevarían, seguramente.
- Ya... vale. Me quedo más tranquilo.
- Además, aquí el que más veces ha estrellado su nave contra algo ha sido usted, comandante.

Su sonrisa pícara me pilla desprevenido. Pongo una falsa cara de ofendido y sigo con la broma.

- Que conste que todavía tenía fresca la tinta mi licencia de la Federación de Pilotos.
- No es cierto, cuando estrelló la Cobra contra aquél asteroide mientras realizábamos operaciones mineras ya llevábamos un tiempo saltando de un sistema a otro...
- Activé el sobreimpulso por error y ese asteroide estaba ahí...
- ¿Y cuando chocamos contra el espigón de aquella estación Coriolis?
- ¡El extremo de esas torres gira a una velocidad de vértigo, apareció delante de nosotros de repente, no pude verlo llegar!, ¡deberían prohibirlos!, ¡tu lo presenciaste, no pudimos esquivarlo a la velocidad que íbamos!

Rodear una de estas estaciones Coriolis puede ser peligroso por los brazos que se extienden varios kilómetros a los lados

- Y me han contado que antes de contratarme como copiloto también tuvo un incidente cuando activó por error los sistemas de autodefensa de una estación Oculus con su Sidewinder.
- Ah, ¿te han contado eso?...
- Y le recuerdo que no hace mucho también perdimos la nave en mitad de un combate en el anillo porque nos dimos un panzazo con un asteroide.
- Ah, no me lo recuerdes, lo que más me duele es haber perdido la recompensa más grande que habíamos tenido a tiro hasta hoy. Esa Anaconda a la que combatíamos tenía 280.000 créditos de recompensa.
- Solo superada por la que tenemos rondando ahí fuera: por ese William A. Webb hay 350.000 créditos. Que me temo no vamos a cobrar nosotros...
- No. Y hablando del rey de Roma...

Noto que desde hace unos segundos la señal de los sensores ha desaparecido. Nuestro amiguito debe haberse largado, así que es hora de activar la secuencia de la cápsula.

- Buenas noches Nakamura, hora de dormir.
- Buenas noches comandante, nos vemos dentro de un rato en reanimación.

En AnSusp no se sueña. Es como si te robaran el tiempo: despiertas y no sabes si ha pasado un día o un año. En nuestro caso apenas han sido seis horas. Trato de recapitular los sucesos que nos han conducido hasta aquí.

Esta mañana parpadeó en mi visor personal implantado directamente sobre el nervio óptico la alerta de mensajería urgente. Resultó ser un mensaje encriptado de la Federación. Lo leí de camino a la nave y  resultó que la Oficina de Operaciones Especiales de la Federación me convocaba en el sistema Sol para una misión urgente. Era un mero transporte de datos confidenciales a Luhman 16, solo confiables a alguien de cierta reputación. Me halagó que pensaran en mi, para qué engañarme. Una vez entregados en el puesto avanzado Heisenberg Colony, me sorprendieron con un ascenso a Teniente de Navío. Pero allí mismo me indicaron que la misión no ha terminado. Los datos al parecer contienen información más importante de lo que parece y había que hacerla llegar también a los agentes en Luyten 145-141, en el espaciopuerto Euclid Station. Fue allí donde encontré esta misión por la que pagaban 194.000 créditos. Eliminar a William A. Webb, un conocido criminal y asesino que había sido visto en varios sistemas de las inmediaciones. Comencé la caza en Wise 0855-0714 y un comerciante en una Hauler me indicó que había sido visto en Ross 154. Su Anaconda resultó ser más dura de lo que parecía. Durante el combate todo iba sobre ruedas y parecía que la teníamos contra las cuerdas, pero en cuanto cayeron nuestros escudos la planta de energía de la "Audaz" sufrió un fuerte impacto y perdimos demasiada potencia. Con la nave fuera de control, la Anaconda se alineó para un disparo con el cañón de plasma... y lo demás es historia.

El infame William A. Webb, nuestro particular verdugo
Nakamura tiene razón con lo de cambiar a una nave mejor, pero de nada sirve lamentarse ahora. Tras pagar la franquicia del seguro que me otorga una nave Cobra Mk III de iguales características a la "Audaz", en lugar de embarcar en ella, me dirijo al astillero.

- ¿Comandante?
- He pensado que lleva razón, Nakamura. Necesitamos más potencia de fuego y mejores defensas para no andar por el filo de la navaja cuando nos enfrentamos a oponentes con clasificación de combate de Elite, como este Webb.
- Entonces, ¿nave nueva?
- Nave nueva.

La joven sonríe como un niño al que le van a comprar una golosina. Y lo cierto es que yo también.

El encargado que nos atiende nos mira con cierto desdén. Ni siquiera se presenta cuando nos pregunta qué deseamos, seguramente con la expectativa de una venta menor.

- Estamos interesados en una Python.

Nakamura me mira con los ojos como platos.

- ¡Oh!, una Python -dice el sorprendido vendedor-. Claro. Bienvenidos, mi nombre es Roger Sorrento. Les guiaré por un tour virtual por el interior mientras les informo de sus características. Pasen por aquí, por favor.

Entramos en la sala de proyección holográfica y Nakamura y yo cruzamos una sonrisa cómplice. En unos segundos estamos rodeados por la proyección holográfica del interior de una Python mientras Sorrento nos bombardea con los puntos fuertes de la poderosa nave.

El puente de una Python es enorme comparado con el de la "Audaz"

Por mucho que nos guste, una Python está fuera de nuestras posibilidades. Y lo sabemos.

Cuando Sorrento finaliza el tour por el interior de la Python, le indico que nos enseñe algo más modesto. Una Vulture, por ejemplo. Su gesto de desilusión cuando mostramos interés por una nave diez veces más barata casi me hace soltar una carcajada, pero mantengo la compostura.

Comprar la Vulture es una decisión que no tomamos a la ligera. Sabemos que es una nave enfocada exclusivamente al combate, y por sus características concretas, además destaca en ataque a navíos de gran tamaño, mientras que contra naves más pequeñas y rápidas no será tan efectiva ya que podrán escapar de ella fácilmente dada su baja velocidad punta. Precisamente esta baja velocidad punta es la que más me preocupa: tampoco será capaz de escapar cuando nos encontremos en inferioridad frente a oponentes más rápidos. Además es una nave difícil de optimizar, ya que las poderosas armas que puede montar hacen obligatorio un compromiso entre la energía dedicada al complemento ofensivo y al defensivo. Los próximos días tendremos que ponerla a prueba y ver qué configuración resulta la más cómoda para nosotros. Ya estoy deseando entrar en combate con ella.

La "Fajadora", una Core Dynamics Vulture

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