miércoles, abril 22

11 Sangre, sudor y lágrimas

FECHA GALÁCTICA: 11 de abril de 3301

- Commander Da!Base, do you copy?
...
- Commander Da!Base, do you want to form a temporary partnership and cooperate in bringing down some pirates together?
...
- Comandante Da!Base, ¿me recibes?, vous m'entendez?, mi senti?...
...

La Viper continúa sin responder a mis intentos de comunicación. El comandante Da!Base, claramente otro cazarrecompensas, por lo que deduzco del equipamiento que lleva su nave, está en el mismo punto de extracción de recursos que nosotros, en Una 2, persiguiendo a los mismos piratas que de vez en cuando hacen acto de presencia para hostigar a las pacíficas naves mineras. Su navío, sin embargo, no puede competir con la "Audaz" en potencia de fuego, y una tras otra las recompensas por las naves destruidas se acumulan en mi cuenta y él no recibe ni un crédito. Mis ofrecimientos para formar equipo y dividir las ganancias son sinceros, pero no le culpo por no confiar en un extraño. Yo mismo no dejo de observarlo en el radar y nunca dejo que se me coloque detrás en mitad del combate.

- Muri shinai...
- ¿Qué?... Nakamura, ya le he dicho que yo de japonés...
- Disculpe comandante. Quiero decir que... se lo tome con calma.
- Ya... bueno, siga atenta a los sensores.

Sí, no hay de qué preocuparse... a menos que esté llamando a sus amigos y de repente se presenten una o dos naves más con malas intenciones. Los negocios son los negocios y he oído que más de un cazarrecompensas ha cruzado la línea un poquito para "eliminar competencia". Es la idea que creo le puede rondar por la cabeza al comandante Da!Base, pero de momento no comparto mis temores con mi primer oficial.

Dos pequeñas Eagle caen de nuevo bajo nuestros láseres continuos y luego una Cobra Mk III. Unos 50.000 créditos más se suman al registro de la computadora de la nave, que la oficina de seguridad tendrá que pagarnos en nuestro próximo paso por una estación o puesto avanzado. El comandante Da!Base sigue llegando tarde y poniendo poca potencia de fuego sobre las naves piratas. No consigue llevarse ni una recompensa. Veo como se aleja solitario en el plano vertical, saliendo de entre los asteroides del anillo, claro indicativo de que abandona el punto de extracción de recursos.

- ¿Cuanto llevamos, subteniente?
- Llevamos más de medio millón, 503.745 créditos. Sin contar las que nos debe el Imperio y la Alianza. Eso sería otro cuarto de millón adicional. Un total de 750.000 créditos en números redondos.
- ¡Tclinggg!
- ¿Qué significa ese sonido que acaba de hacer, comandante?
- Nada, cosas mías...
- Luego se queja de mis frases en japonés...

Sonrío relajado. La partida del comandante Da!Base me tranquiliza; necesitaba soltar la tensión. Pero el destino siempre urde planes en tu contra cuando te relajas. Es una ley cósmica inmutable. Y hoy vuelve a cumplirse.

- Comandante, Anaconda entrando en el sector. Rumbo 270:45

Siguiendo el indicativo de rumbo de Nakamura, miro a mi izquierda y hacia arriba en una inclinación de 45 grados y allí está. La veo avanzar directa hacia nosotros y echo un vistazo a los sensores. No hay fuerzas de seguridad en los alrededores, tan solo una Cobra solitaria a varios kilómetros concentrando sus dos láseres mineros en un enorme asteroide en eterna rotación sobre su eje.

- Tranquila, escaneará la carga de la "Audaz" y, cuando vea lo vacía que está nuestra bodega, buscará otro hueso que roer. Seguramente esa Cobra de ahí -digo señalando el triángulo amarillo de los sensores.

Mientras la distancia decrece rápidamente, oriento la proa de la nave hacia la enorme nave y preparo el escáner de confirmación de eliminación. Las sospechas se confirman:

Nombre: Lillith
Clasificación de combate: Letal
Estado legal: Buscado
Afiliación: Camorra de Una

La nave del proscrito Lillith parece peligrosa, y estamos solos contra ella

"Este es un pájaro peligroso", me digo a mi mismo, y comienzo a desplazar la nave mientras el escáner de confirmación de eliminación hace su trabajo. Las emisiones electromagnéticas de la Anaconda revelan que está realizando a su vez un escaneo de mi nave, algo que ya me esperaba. Alejo a la "Audaz" de la nave en dirección a la Cobra que sigue concentrada en el asteroide, suponiendo que la Anaconda se alejará de nosotros y elegirá como objetivo a esa otra nave. Y de repente, el infierno se desata.

Varios láseres continuos y fuego graneado de cañones múltiples comienzan a dar dentelladas a nuestros escudos.

- ¡Sobreimpulsión!, ¡señuelos!, ¡potencia a armamento!
- ¡Comandante, sobrecarga en los escudos en diez segundos!
- ¡Preparada para activar célula de recarga a mi señal!

La "Audaz" es una nave muy rápida y maniobrable. Los asteroides pasan vertiginosamente a ambos lados y los interpongo una y otra vez entre la Anaconda y nosotros. Pronto la distancia a la nave enemiga supera los tres kilómetros y el intenso fuego cesa. Los escudos han aguantado. Por los pelos.

- Potencia a sistemas. ¿Distancia?
- Cuatro kilómetros, aumentando lentamente a cuatro punto cinco. Nos persigue a toda máquina, comandante... ¿qué les hemos hecho?
- ¿Matar a la mitad de su banda, Nakamura?. La Camorra de Una... llevamos un par de semanas patrullando el sistema de cuando en cuando, tenemos muchas muescas en la "Audaz" a estas alturas. Somos "persona non grata"... tarde o temprano tenía que pasar, no es la primera vez.

Sopeso en silencio las posibilidades. Abatir a esa Anaconda nosotros solos no será tarea fácil. Es muy posible que no lo consigamos y tengamos que retirarnos. La "Audaz" es una buena nave, está bien equipada y es rápida, pero sus escudos no son ninguna maravilla. Además se ha sacrificado un poco de potencia de fuego para incorporar los mejores sistemas defensivos y equipo adicional que consumen demasiada energía. Los escudos se han recargado completamente y sigo sin ver a ninguna nave de seguridad en los sensores. Es hora de tomar una decisión.

- ¿A cuanto asciende su recompensa? -pregunto a Nakamura
- Son... ¡más de doscientos cincuenta mil créditos!

Cruzamos una mirada. Sobran las palabras.

- Potencia a armamento -digo mientras hago girar a la nave ciento ochenta grados.
- Afirmativo -responde la primer oficial con media sonrisa.

La batalla es brutal. Mantenemos a la "Audaz" lo más cerca posible de sus impulsores y de su sección ventral, minimizando sus posibilidades de disparar contra nosotros con la mayoría de sus armas. Sin embargo, la Anaconda es más ágil de lo que parece y gira sobre su eje constantemente, poniendo sobre nosotros el grueso de su potencia de fuego en cuanto tiene oportunidad.

Las células de recarga de escudos se van consumiendo y nos vemos obligados a poner espacio de por medio en un par de ocasiones, para tratar de no agotarlas todas. En esas pequeñas pausas, aprovecho para revisar el estado de la nave enemiga.

- ¿Estado del navío enemigo, subteniente?
- Escudos en proceso de reinicio, impulsores dañados, planta de energía al 40%, blindaje del casco al 43%. Creo que es nuestro, comandante.
- Pues vamos por él antes de que le de por escaparse del sistema.

El navío del infame Lillith comienza a sufrir explosiones internas

Con una violenta maniobra, la "Audaz" cae sobre el enemigo una vez más girando y disparando entre los asteroides mientras suelta señuelos de calor que confundan las torretas enemigas. Tras la pasada por la región ventral, la hago girar ciento ochenta grados y con impulsos verticales a intervalos trato de mantener la nave debajo de la Anaconda y muy cerca, atacando la zona donde se sitúa la planta de energía. Pero la nave enemiga de repente realiza un violento giro, más rápido de lo que cabía esperar. Ruido de metal golpeando contra metal. La voz de la computadora indicando que los escudos han quedado desactivados. El grito de Nakamura al golpearse contra uno de los paneles del puente. El cristal agrietándose con el característico y aterrador sonido.

Será todo o nada. Con los escudos desactivados por el fuerte impacto contra la Anaconda, recibimos los disparos enemigos directamente en el blindaje, que aguanta bien gracias a las últimas mejoras, pero su integridad desciende a más velocidad que la de la nave pirata. Hay sangre flotando en minúsculas gotas dentro del puente. Al mirar a la derecha veo a mi primer oficial herida en la sien, inconsciente. Con cada giro de la nave de este combate a muerte, los brazos inertes de la joven se mueven fláccidos en dirección contraria a las maniobras, empujados por la inercia.

Seis por ciento de integridad en la planta de energía de la nave pirata. Fallo en los impulsores en la "Audaz". Lucho por controlar la nave y fijar los láseres sobre el casco de la Anaconda, que muestra los gravísimos daños acumulados durante el largo combate. Una nueva andanada en la planta de energía enemiga: cuatro por ciento. La voz de la computadora advirtiendo de la integridad del ventanal del puente de mi nave. Sobrecalentamiento en el láser de babor. Pero la Anaconda ya solo dispara esporádicamente, y la balanza se inclina a nuestro favor. Con el láser de estribor y el cañón múltiple, una última andanada y la brutal explosión de la nave pirata llena los ventanales del puente.

Finalmente, y no sin grandes esfuerzos, la nave enemiga estalla en mil pedazos

Apenas me tomo un segundo para derivar la potencia a los sistemas y suelto las correas para volar hasta el asiento de mi primer oficial.

- ¡Nakamura!, ¡Nakamura!

Su pulso es irregular y no recobra el sentido. Podría tener el cuello roto. Parcheo la herida de la sien con el AutoPiel, que extraigo del compartimento de emergencia de su asiento, y reviso de nuevo el panel de constantes vitales del asiento conectado a su traje, que indican respiración y pulso irregulares. Inmovilizo el cuello disparando el collarín de espuma incorporado en el traje y realizo una intubación de las vías respiratorias. Termino suministrando una dosis de estimulante K-31, pero tras esperar unos segundos sigue sin responder.

- Aguanta, muchacha, aguanta...

Mientras saco la nave del anillo y pongo rumbo al puesto avanzado Prunariu Orbital, me repito que que todo va a ir bien y la chica se recuperará. Seguro que sí.

La cabina agrietada, los escudos sobrecargados, el casco gravemente dañado, mi copiloto herida, y todo por una magra recompensa

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por comentar